10 nov 2010

POEMA DEL ÁNFORA

En las manos del alfarero tembloroso e informe estaba el barro. Había sido traído de lejos, mejor, había sido escogido de entre otros barros. Al principio se resistió, le molestaba el roce de las manos del alfarero; se rebeló cuando lo amasaron, le gustaba más lo salvaje de su paisaje, pero las manos del alfarero sabían lo que hacían entre presiones y presiones fueron dando a l barro la ductilidad necesario para ser trabajado. Le fue enseñando a obedecer…el barro dijo que y hoy… HOY ES UN ÁNFORA.
Yo soy un ánfora. Vivía en el seno de la tierra, conviví con piedras, maleza, espinas y cizaña. Hoy soy lo que soy gracias a mi alfarero. Te cuento mi historia porque… porque puede parecerse a la tuya.
Un día sentí los pasos de un hombre, se acercaba observando el terreno, me entró un escalofrío y quise esconderme; sus ojos tenían un brillo extraño, yo no sé porqué, pero todas mis moléculas se pusieron a gritar que querían ser de Él; hice un esfuerzo sobre mí mismo y me tranquilicé y hasta diría que logré disimular; de nada me sirvió; aquel hombre me miró con amor y se inclinó y me sacó de entre mis conocidos, me sacó y me llevó con Él. Comencé a ser… su PROPIEDAD PERSONAL. Quería… quería gritar que me dejara, que me dolía salir de mi terruño que… que hubiera preferido que… que me es escogiera la mano de una niña… que yo…. Su mano se posó sobre mí… y el silencio y   la paz me llenaron de gozo.
¿Sabes? No es tan fácil llegar a ser lo que soy. Te imaginas lo duro que fue para mí, cuando el alfarero ya en casa comenzó a sacar las piedras de mi interior… cuando sacaba de mí hebras de maleza y barro maloliente… cuando empezó a golpearme, según decía ÉL para sacar el aire y la vaciedad de mi interior; grité, lloré, varias veces resquebrajé de pura rabia y rebeldía. Sí, un día no aguante más y le dije que me iba que eso era inaguantable; que yo era libre, que no sé qué mil cosas más y mientras yo estaba hablando, entró en la habitación la madre de mi alfarero y le dijo: “hijo, por favor necesito un ánfora”.
Yo quedé sorprendida por la música de su voz y cuando mi alfarero me tomó y empecé a girar en el torno,… la plataforma, los engranajes, sus manos moldeándome, todo tenía la dulce melodia de la voz de la señora.
Fui girando y girando, acaricicada por sus manos artesanas. Giré, dancé entre sus dedos y fui pensada con amor por mi alfarero. Ya estaba terminada. La brisa acarició mi rostro todavía humedo y brilloso y al beso de los vientos fui preparándome para la quema. Yo no sabia que el alfarero, quemaba al calor de su corazón, las piezas predilectas. Se acerco me estrecho y en el fuego de su amor eterno, conseguí mi resistencia y utilidad.
Yo era un ánfora hermosa como pocas. Estaba lista. ¿A que uso me destinarián? El miedo vino a mí y en la oscuridad de mis dudas y temores, vi rodar como fantasmas mil posibilidades y mil profeciones. De entre todas atrajo mi atencion, una gota de agua, reposando en mi interior… aquella gota no era mia, habia venido de fuera. La mire detenidamente y comenzó a ponerse luminosa y coronada con un arco iris de mil rostros juveniles. Me dijo muy quedo al oido.
  ¿no quieres servir para llevar agua?, la pregunta se me habia vuelto familiar y casi la desechaba. No me estrañe cuando un día vino ella miro mi interior y entre otras ánforas me prefirió, me sentí feliz… no sa´bia para donde me llevaban, ni para qué les seía útil… pero con ella, era hermoso ir a donde sea.
Sus pasos se dirigieron a la fuente y mientras me bajaba de su hombro se inclinó hacia el agua. Yo recogí toda el agua posible, me llene de esa agua, un agua que me empapaba, me transformaba, que me hacia sentir el deseo imperiosos de compartir y comunicar mi agua, y la gotita de un día se convirtío en un torrente, que saltaba hasta la eternidad. Tenía razon mi alfarero “es mejor dar que recibir”. Salí repleta y feliz mi señora continuo su camino, solo interrumpido por un grupo de jovenes sedientos de mi agua. Esos rostros los habia visto antes y ahora los estaba viendo transformarce, los esta viendo volverce hijos de Dios. Cuanto más agua daba más necesidad tenia de seguir dando sin medida, como se da el amor de Dios.
Soy ánfora… vengo de un barro como los otros barros. Soy ánfora pero como las otras ánforas, pero elegida. Soy un ánfora, sierva de mi alfarero y mi señora. Soy un ánfora distribuidora de agua viva. Soy ánfora portadora del amor de Dios a los jovenes.